Así ha evolucionado la metanfetamina y su consumo

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Las sobredosis de fentanilo han empezado a disminuir en el último año, pero esa buena noticia ha ocultado un cambio preocupante en el consumo de drogas ilícitas: un aumento a escala nacional de la metanfetamina, un estimulante potente y altamente adictivo.

No se trata de la droga que se usaba en los clubes de los años noventa, ni siquiera de los cristales teñidos de blanco azulado que se cocinaban en Breaking Bad. Como los cárteles siguen revisando las fórmulas de laboratorio para lograr que su producto sea más adictivo y potente, a menudo utilizando sustancias químicas peligrosas, muchos expertos en adicciones piensan que la metanfetamina actual es más peligrosa que las versiones previas. Esto es lo que hay que saber al respecto.

¿Qué es la metanfetamina?

La metanfetamina es un estimulante, una categoría de drogas que incluye la cocaína. La metanfetamina es mucho más fuerte que la cocaína y sus efectos duran muchas horas más. Se produce en forma de pastilla, polvo o pasta y se fuma, se esnifa, se traga o se inyecta.

La metanfetamina impacta el sistema nervioso central e induce al cerebro a liberar cantidades exorbitantes de neurotransmisores reforzantes y beneficiosos, como la dopamina, que ayudan a experimentar euforia e impulsan a seguir buscándola.

La metanfetamina es una anfetamina, una categoría de drogas estimulantes quizás más conocida por el público como los medicamentos de prescripción Adderall y Vyvanse. Estos estimulantes son más suaves y de menor duración que la metanfetamina pero, si se consumen mal, también pueden crear adicción.

¿Cuáles son los efectos secundarios negativos de la metanfetamina?

Varían en función de la tolerancia de la persona que lo toma y del medio de ingestión.

Cuando pasa la euforia de la droga, muchos consumidores siguen dándose atracones. Se olvidan de beber agua y suelen ser incapaces de dormir o comer durante días. En esta fase, conocida como tweaking, los consumidores pueden llegar a estar hiperconcentrados en actividades como desmontar bicicletas —que se olvidan de volver a ensamblar— o pasarse horas recogiendo objetos como piedrecitas y envoltorios brillantes de chicles. Pueden tornarse agitados y agresivos. También pueden experimentar paranoias, alucinaciones y psicosis.

Algunas personas se rascan o hurgan incesantemente la piel para eliminar los “bichos de la metanfetamina”, lo que suele dejar cicatrices o heridas abiertas.

Los efectos secundarios a largo plazo incluyen deterioro cognitivo, pérdida de memoria, depresión grave, daños en las válvulas del corazón y enfermedad de las encías y caries dental, un problema conocido como “boca de metanfetamina”.

¿La metanfetamina puede matar?

A menos que la dosis de metanfetamina esté adulterada con fentanilo —lo que cada vez es más frecuente—, no suele ser inmediatamente letal. Pero la gente puede sufrir una sobredosis de metanfetamina, y esas muertes van en aumento.

En 2023, el año más reciente del que se disponen estadísticas, casi 35.000 muertes por sobredosis en Estados Unidos estuvieron relacionadas con la metanfetamina u otros estimulantes, con o sin fentanilo. Según los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), esta cifra representaría un aumento del 870 por ciento respecto a las 3600 muertes registradas en 2013.

La verdadera medida de la letalidad de la metanfetamina no puede reflejarse en las sobredosis. La gente muere por causas relacionadas con la metanfetamina, como derrames cerebrales y hemorragias cerebrales, así como por accidentes durante una borrachera de metanfetamina, como deambular en medio del tráfico y ser atropellado por un vehículo. La metanfetamina puede hacer que los consumidores crónicos se sobrecalienten y sufran convulsiones.

¿Cómo entra la metanfetamina en el país?

Los traficantes la ocultan de muchas maneras. Las fuerzas de seguridad han incautado cargamentos de metanfetamina en botellas de agua mineral (en Estados Unidos los “laboratorios de conversión” extraen la droga del líquido); en un tractor-remolque cuya carga figuraba como “tomatillos”; la han descubierto metida en rollos de papel higiénico; disfrazada de sandía; y enviada por correo dentro de bolsas de Cheetos.

¿Cómo se puede dejar la metanfetamina?

Aunque existen medicamentos que suprimen el deseo de consumir opiáceos, no hay medicamentos aprobados para tratar la adicción a la metanfetamina. Además, los fármacos para revertir la sobredosis, como la naloxona, no funcionan en una persona con sobredosis de metanfetamina (a menos que la droga estuviera adulterada con fentanilo).

Un tratamiento conductual para la adicción a la metanfetamina se llama “gestión de contingencias”. Recompensa a los clientes con modestas tarjetas regalo cuando sus análisis de orina dan negativo y se utiliza desde hace tiempo en el tratamiento de adicciones en los programas de Asuntos de Veteranos.

¿Existen otros nombres para la metanfetamina?

Se conoce como hielo, tina, cristal, vidrio y speed. El apodo de “crank” era una alusión a los motociclistas que la introducían de contrabando en el cárter de sus motores.

¿Desde cuándo existe la metanfetamina?

Existe desde hace más de 100 años, pero ha cambiado considerablemente y se ha hecho mucho más potente.

En 1887, un químico alemán sintetizó el compuesto químico efedrina, que se encuentra en la planta efedra. En 1893, científicos japoneses desarrollaron la metanfetamina. Durante la Segunda Guerra Mundial, los militares alemanes, británicos y estadounidenses distribuyeron pastillas de metanfetamina para mantener despiertas a las tropas y suprimir el apetito. En Japón, les daban pastillas a los pilotos kamikaze y también se vendían sin receta.

En 1944, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos aprobó un medicamento con metanfetamina, Desoxyn, que se ha utilizado para tratar la narcolepsia, la obesidad y el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, pero se prescribe con poca frecuencia.

Según los investigadores, a fines de la década de 1960 ya se promocionaba en Estados Unidos la advertencia “Speed Kills” (La velocidad mata) referida tanto a las drogas como a la conducción.

En la década de 1990, la metanfetamina se dio a conocer como droga de discotecas. Los “cocineros” caseros fabricaban lotes, a menudo con pseudoefedrina, un ingrediente presente en los medicamentos de venta libre para el resfriado.

En 2005, alarmado por el aumento del consumo de metanfetamina, el Congreso aprobó la Ley de Lucha contra la Epidemia de Metanfetamina, que obligaba a los minoristas a trasladar los medicamentos para el resfriado que contuvieran pseudoefedrina detrás del mostrador. La producción de metanfetamina empezó a descender, mientras la crisis de los opiáceos cobraba fuerza.

Entonces, como informa The Atlantic, los químicos descubrieron una potente fórmula que evitaba la pseudoefedrina. Esta fórmula fue adaptada por los cárteles mexicanos, que empezaron a producir metanfetamina en masa en laboratorios y a distribuirla por la costa oeste y el suroeste del país.

En su informe anual sobre las amenazas nacionales en materia de drogas de 2024, la Administración para el Control de Drogas afirmó que los cárteles habían estado explotando la demanda estadounidense de pastillas falsificadas mediante la producción de metanfetamina en comprimidos que imitan los medicamentos para el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.


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